sábado, 28 de febrero de 2015

El odio y la solidaridad crecieron juntos

Son dieciséis años, se dice fácil, pero una gran parte de la población venezolana tiene más de la mitad de sus vidas viendo y escuchando lo mismo: odio, violencia e intolerancia. Quienes éramos muy jóvenes cuando llegó el chavismo al poder, escasamente podemos recordar cómo vivíamos antes, lo diferente que era la convivencia en la disidencia ¿Tenía errores el sistema? Ciertamente, pero prefiero mil veces una democracia con desaciertos, imperfecciones y errores, que una dictadura.
Por: Brian Fincheltub - @brianfincheltub


Otra gran porción del país, los más jóvenes, solo han vivido en la era chavista. Ellos no tienen la posibilidad de comparar a través de la experiencia entre lo que vivimos hoy y lo que fuimos, es en la escuela o en la familia donde se les da esa posibilidad. Si usted recibe una educación cargada de contenido ideológico, que estigmatiza al pasado, que le inculca que ser diferente es ser traidor, apátrida, parasito, usted se lo terminará creyendo y pasará a formar parte del problema.

Toda Venezuela está conmocionada por lo que pasó esta semana en Táchira, donde fue asesinado vilmente un niño de 14 años de la manera más cobarde y despiadada, en el suelo, a quemarropa, ignorando sus suplicas. "No me mates, no me mates" relatan los testigos gritaba desesperadamente frente a un policía ciego y sordo por el odio.

En redes sociales lo más comentado era que se trataba de dos niños. Kluiverth Roa, la víctima, de solo 14 años y Javier Mora, el victimario, con 23 años. El primero no vio otra cosa que chavismo, el segundo con apenas 7 años en 1998. Para muchos esto es síntoma de una sociedad enferma y descompuesta.

Aunque coincido en el diagnostico sobre Venezuela, prefiero resaltar el valor de solidaridad y la nobleza que representa el joven asesinado. Kluiverth lo matan por ser solidario con una joven herida por la represión, pudo seguir indiferente hacia su casa, pero decidió detenerse y ayudarla. Esos fueron los valores que aprendió de su familia y como scout. Aunque también fue bombardeado como millones de venezolanos por el odio, en Kluiverth triunfó el amor y la solidaridad.

Nuestras familias hoy tienen una responsabilidad histórica, construir un escudo en sus hijos contra aquello que nos separa, contra esos sentimientos que hicieron disparar al policía pese al clamor de un niño que quería vivir. Tenemos la obligación de lograr que triunfe la solidaridad sobre el odio, la vida sobre la muerte, la convivencia sobre la intolerancia. Solo así podremos lograr el cambio y la paz duradera. Justicia para ti Kluiverth, porque la gloria ya la tienes.

Lea este artículo también en El Nacional:

Brian Fincheltub - El Nacional

1 comentario:

  1. Mire amigo, yo he visto más odio y de paso inoculado por una oposición enferma por llegar al poder. Usan a los jóvenes que lastimosamente no han vivido esa llamada Cuarta República, porque si la hubieran vivido no estarían haciendo lo que hacen en las calles: Sembrar el terror; estorbar el día a día de los transeúntes; roban, atracan e insultan tal cual malandros; se drogan y se pierden en rituales orgíacos. De verdad que no es una juventud muy prolífica en cuanto a valores éticos, sociales e intelectuales, son más bien la escoria de una oposición perdida y que quiere llevar por el abismo en que se han lanzado, a todo el país, la lucha ya no es contra este gobierno sino contra todo el país que vive los embates de una clase social privilegida que no acepta que la gran mayoría de la población ahora puede ir al supermercado a comprar. recuerdo que en el liceo donde estudié, mis compañeros en su mayoría no comía bien, yo no entendía eso, porque en mi casa nunca faltó nada, pero sí recuerdo que mis padres se la pasaban en la calle buscando ciertos productos como la leche, harina pan, arroz, productos que se tenían que importar porque la Reforma Agraria nunca había funcionado....... Y éramos menos de 10MM de habitantes. Pienso que hoy las cosas están como están, es por una clase que no quiere dar su brazo a torcer, para no perder sus privilegios de clase. Por otro lado está el gobierno que no cederá para perder los logros que ha conseguido para la mayoría, incluyendo lo que era la clase media.

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